lunes, 26 de agosto de 2013

"Andar en Mirco": Un Deporte Extremo

Comienzo este relato estableciendo que hace mucho tiempo que no escribía, pero la situación que se me viene dando hace un par de semanas y la consecuente observación del hecho, ameritan que lo haga, por lo menos a modo de desahogo personal.

El escenario es el siguiente: El hecho de agarrar, tomar, parar un micro (autobús) en las horas “pico“, se ha tornado un deporte casi extremo que requiere e ciertas cualidades atléticas y hasta físicas y así también sin desmerecer,  el prejuicio que tiene el conductor a la hora de parar el bus delante de ti para que subas o no.

Porque lo digo: Resulta que tomo la línea 56 hace mas de 7 años, línea que cruza el centro de la ciudad desde la av. Santos Dumont hasta la avenida Beni pasando el 7º anillo. Y en esta última temporada, la afluencia de gente, el trafico, el estrés en general en esta ruta se ha incrementado. Hecho que conlleva a que  hayan muy pocos micros para el numero de gente que hay en la ciudad y obligue al conductor a decidir que pasajeros recogerá o como coloquialmente se le denomina “alzará” y a que pasajeros no.

La mayor parte de las veces el conductor, que ya viene con el micro extremadamente lleno, para a conveniencia en donde haya mayor cantidad de pasajeros. Esto se ajusta también a que tienen ciertos horarios para cumplir en ruta con o sin tráfico. Ahora, si estas solo olvídate de que vaya a parar. Lo mismo ocurrirá si estas con bolsos pesados, o mochila muy grande, si eres anciano o niño, si tienes maletín o estas con sobrepeso. Y si eres mujer embarazada o tienes niños contigo, tampoco parará.

Se decidirá por ti en el caso de estar solo, solo si aparentas poder correr a la puerta, colgarte de la baranda situada en la misma, si eres delgado o parece que vas a pagar pasaje de adulto mayor. Así mismo, si estas parado en un lugar donde obligatoriamente tenga que detenerse, como ser un semáforo o una esquina antes de cruzar la calle, decidirá abrir la puerta para que subas y con el acelerador, hará el respectivo ruido de “rum rum” de carrera para que apresures a subir el ultimo pie antes de que prosiga avanzar a toda velocidad. Ojo, tampoco respetará la proximidad con las movilidades delante o con los peatones que cruzan la calle, si estas por bajar del micro, parará fracciones de segundo para que bajes. Si estas por subir mientras alguien baja, ten cuidado que puede que acelere en el proceso. Y una vez arriba, si la cantidad de gente es extrema, golpeará con la puerta tu cuerpo hasta poder cerrarla y encima te gritara si no te apelotonas con el resto de las personas para poder concluir con dicha acción. Vale recalcar el hecho de que son pocos los conductores que no están de mal humor en las horas pico. Apurados, atrasados, con el bolo de coca en la boca y con claros signos de cansancio, te gritaran que te bajes si no les parece que permanezcas en su motorizado, así como también te gritaran si no recorres hasta atrás, si no te aprietas contra algún otro pasajero para que entre uno más.

Estas semanas de observación se han debido a que, como comentaba en un principio, experimente el haber perdido un almuerzo, una cita o haber llegado tarde a casa o a trabajar a causa de que el micro me dejo. Subir al micro entonces se volvió a partir de ese punto en un desafío.  La historia en si es cómica, pero que se repita varias veces a la semana se torna un poco molesto. Salí de trabajar en una hora pico. Camine  muy a prisa hasta la parada a dos calles del trabajo para tomar la línea que me lleva a almorzar a casa. Dicha línea pasa a las 12:36 y luego a las 12:50. La primera es la que debo tomar para que el tiempo del receso me alcance para ir a casa a almorzar y volver a mi puesto de trabajo. Yo estaba parada en una esquina cuando moví la mano para que el micro pare. Al ver que acelero un tanto antes, Salí a la calle a darle alcance, pero no paro. Como sabia que el tiempo no me daría para almorzar decidí salir corriendo tras del mismo, intentando alcanzarlo dos cuadras más adelante donde se que pararía por el semáforo y la afluencia de gente del mercado. Una vez llegue, jadeando y con el corazón a mil, a su puerta toqué eufóricamente la puerta con la mano; ojo que no iba lleno y aun así decidió no abrir y tras 5 segundos en el semáforo, avanzó nuevamente. Yo estaba totalmente determinada a no dejar que se vaya. Agarre el bolso a un costado y continúe mi carrera de persecución. Atravesé la plazuela del arenales en mi intento de alcanzar al bus y finalmente 4 cuadras más adelante, aprovechando que abrió la puerta para otro pasajero, me subí. Exhausta,  no pude ni reclamarle al micrero y no me quedo más que soltar las monedas en su mano, tratar de tomar aire casi ahogada y decirle: “Lo alcance o no lo alcance?”

Situaciones como estas no me pasan solo a mí, lo veo todos los días cuando de casualidad me toca un asiento con ventana y veo la cara de decepción y enojo de las personas dejadas en el camino. Personas que llegaran tarde a sus destinos, a las que no les toco la suerte de que el micro no venga tan lleno en la hora pico.

¿Pero qué es lo que sucede en realidad? Desde mi sencilla perspectiva, las rutas de los micros están mal pensadas, cruzan generalmente calles con demasiado tráfico como ser los mercados, universidades abarrotadas de estudiantes, centros  comerciales como se ha tornado el casco viejo de la ciudad y anillos con semáforos eternos. Los micros se pasean la ciudad haciendo que llegar al trabajo o a destino, tome más de lo normal. No cubren un área especifica como  lo hacen por ejemplo, las líneas vuelteras del los anillos o los trufis que cumplen la misma función. En vez de eso, deambulan por múltiples áreas, haciendo que el transportarse sea más un paseo que un viaje directo. Así mismo, las nuevas  paradas implementadas por el gobierno municipal están siendo usadas por las personas como puntos de espera, pero no así por los buses, que no paran en estos puntos, sino en cualquier otro lugar donde a conveniencia puedan recoger pasajeros. Lo que hace que también, se mantenga la costumbre de hacer parar al micro en cualquier lugar de la calle, inclusive en el carril del lado izquierdo, exponiéndose al peligro de cruzar la calle con autos que vienen por el otro carril y pueden pisar al pasajero. No hay tampoco una norma que delimite cuantos pasajeros puede cargar cada micro, cuantos pueden ir parados y cuantos sentados. NI tampoco una medición de afluencia de pasajeros por ruta, para ver si los micros abastecen. En fin, son muchos los factores a tomar en cuenta a la hora de analizar qué es lo que sucede con el transporte público y los queridos amigos micreros.

A continuación detallo alguno de los pasos previos a subir al transporte público: 1.- Cuelga bien tu cartera o bolso, ponlo delante y no dejes que balancee, esto ayudara a que te tomen en cuenta para subir o no. Y en el caso de que si lo hagas, no te jalonee alguien al salir o no te quedes atorado entre dos o más pasajeros. 2.- Mantén las manos libres. Solo ten a mano la moneda con que pagaras, cosa que puedas sujetarte de cualquier asiento, baranda, pasamanos o etc. Y no quedes parado  a medio subir en la puerta. 3.- intenta usar zapatos cómodos, cosa que te toque correr tras del micro. O en el caso de que subas, puedas aguantar largos trechos parado.  L a peor situación que te puede tocar es que subas al micro entaconada, cargada, sin poder sujetarte, y sin haber sacado la moneda para pagar. Porque si te toco que el micro está lleno, que generalmente lo está, será el triple de complicado completar el reto.

Lo dije y lo repito, en una ciudad que crece a pasos agigantados, que va a toda velocidad, donde la cantidad de micros no es proporcional con la cantidad de personas que usan el transporte público, donde los mircreros van a contra reloj y no respetan al pasajero ni  el orden vial, etc., etc., etc., viajar en micro, se ha convertido en un deporte extremo.

1 comentario:

David dijo...

Estaba planeando un viaje por Europa y por eso estoy buscando opciones de países para recorrer allí. Principalmente estaba necesitando Pasajes Baratos y de esta manera poder llegar al viejo continente a un buen precio